Las creencias populares afirman que “si metes un alimento caliente en la cámara éste se fermenta o se estropea el frigorífico”. Ambos planteamientos son falsos. Los alimentos no deben guardarse calientes en la cámara por el aumento de temperatura que sufriría el interior de ésta, provocando la mala conservación tanto el alimento que acabamos de meter como de los que ya se encontraban en el interior. Durante todo el tiempo que la temperatura sea incorrecta, se producirá la multiplicación microbiana. Pero tampoco hay que irse al extremo opuesto y dejar la comida fuera hasta que se enfríe del todo. Debemos enfriar los alimentos en abatidores de temperatura y en caso de no disponer de ellos, acelerar el enfriamiento con agua fría, hielo, cambiando de recipiente o fraccionando la comida en más de un recipiente de forma que, en el menor tiempo posible, se pueda introducir en la cámara para su correcta conservación.
Consumir alimentos que llevan muchos días en la nevera o congelados guiándonos solamente por su buen aspecto, color, olor.
Los microorganismos que producen enfermedades de transmisión alimentaria no producen cambios en el alimento; no se modifica ni el olor, ni el color, ni la textura, ni el sabor por lo que NO debemos asociar el buen aspecto a la seguridad de éste. Notamos un cambio en las características organolépticas del producto cuando éste se altera, pero no cuando está contaminado.
Por todo ello, teniendo en cuenta este decálogo expuesto con anterioridad y aplicando prácticas correctas de higiene, podríamos disminuir la incidencia de estos molestos cuadros de vómitos, diarreas, náuseas, etc. que tan frecuentes son en estas épocas calurosas del año y que suponen denuncias y otros quebraderos de cabeza a los restaurantes.
incumplir con deberes básicos de salud, Higiene personal, Ropa de trabajo, Hábitos higiénicos.
Incumplir deberes básicos como el uso del tapabocas, el no uso de accesorios, esmaltes y fragancias, entre otros, La ropa de trabajo será exclusiva del trabajo y manipulación de alimentos, y será preferiblemente de colores claros. Deberá estar limpio y cuidado, y no deberá salir con él a la calle ni a lugares donde pueda contaminarse, El gorro o redecilla deberá cubrir totalmente el pelo para impedir que éste caiga sobre los alimentos, en su puesto de trabajo no fumar, masticar chicle, comer, toser, estornudar o sonarme sobre los alimentos, hablar encima de ellos (hace que caigan los microorganismos que tenemos en la saliva). Estas actividades son muy comunes y muchos manipuladores restan importancia a éstas normas que sin lugar a dudas representan un alto riesgo de contaminación hacia el alimento. Estas normas son tan fáciles de cumplir y deben convertirse en habito de higiene que contribuya a preservar la integridad y características físicas, organolépticas y microbiológicas del alimento y por supuesto a prevenir sucesos desagradables con los clientes.